Tendencias en la logística de última milla

Las nuevas tendencias globales, dominadas por la evolución de las tecnologías de la información y las comunicaciones, implican la necesidad de enfocar las actividades logísticas más habituales. En este sentido, el transporte de mercancías, tanto dentro como fuera de la ciudad, así como su distribución dentro de la denominada última milla, debe plantearse atendiendo a las necesidades de cadenas de suministro colaborativas. La logística de última milla resulta ser la más costosa de toda la cadena logística y, además, es la de mayor incidencia sobre la calidad de vida de los ciudadanos. Sin embargo, no debe considerarse exclusivamente como un fenómeno local, ya que la logística de última milla es el resultado de una cadena logística más amplia, cuya incidencia territorial a menudo presenta tres tramos: nacional, metropolitano y local. En muchas ocasiones, incluso existe un tramo internacional, dependiendo de los productos demandados.

Si nos fijamos en el esquema de una cadena logística simplificada. En realidad, sólo las dos últimas operaciones (distribución capilar y expedición en los puntos de venta) son las que suceden en el ámbito local. Las plataformas de distribución suelen encuadrarse dentro de un área metropolitana que habitualmente se sitúan en la periferia de las grandes ciudades y, en ocasiones, varios kilómetros a las afueras de ellas. El cuarto eslabón viene dado por el operador de transporte de larga distancia que, lógicamente, corresponde a una dimensión regional o nacional. Por último, la fabricación y consolidación de la mercancía en almacén también puede considerarse dentro de un entorno nacional o internacional, en función de la procedencia de la mercancía.

Evidentemente, existen otras actividades relevantes como el tránsito y almacenamiento de mercancías dentro la propia ciudad, o la gestión de inventarios de los diferentes bienes de consumo de sus habitantes, así como las operaciones que también añaden valor y que están ligadas a la planificación (o al marketing) y que también requieren de la aplicación de técnicas de optimización para hacer más eficientes las cadenas de suministro. Estas redundan no solo en el bienestar de los ciudadanos, sino que también inciden sobre la sostenibilidad de la economía y del empleo.