«Transporte Aéreo: hacia el futuro sostenible». Es un post elaborado por Inés María Casanova García, alumna del Grado en Transporte y Logística para publicar en el Blog del Grado en Transporte y Logística UCJC.
Ya casi nadie recuerda la fatídica fecha del accidente del vuelo 4590 de Air France, con destino Nueva York. Ha pasado mucho tiempo desde el 25 de julio del año 2000. Más de 22 años, que marcaron el final de la era del Concorde. Aquél gran avión que surcaba los cielos a velocidad supersónica y con un más que exagerado consumo de combustible. Que encarecía los precios de los pasajes y lo que es peor, contaminaba mucho más que cualquier otro tipo de aeronave, fuera de pasajeros o de carga.
Casi desde entonces, y a pesar de que el futuro del Concorde tenía sus días contados. Que las Compañías aeronáuticas han venido estudiando la forma de reducir drásticamente el consumo de su tradicional combustible, el queroseno, procedente de energías fósiles. Por otros con un porcentaje mucho más bajo de contaminación. Más ligeros y baratos. Tratando de reducir de esta forma el coste añadido de los transportes aéreos repercutidos tanto a los viajeros como a las mercancías.
Se hacía difícil pensar hace tan solo 10 años, que el futuro de los transportes, terrestres principalmente, pasaría por la utilización de vehículos eléctricos. Pero, hoy es cada vez más normal.
El transporte aéreo debe cambiar. Y, estos cambios no tardarán en llegar. Se aplicarán sobre las aeronaves. Y, aunque resultan costosos, inexorablemente combustibles alternativos se impondrán sobre los tradicionales.
Lo estamos viendo. Ya vuelan aeronaves con biocombustibles, queroseno sintético utilizado con éxito por la Compañía KLM. O bien con biocombustible hecho a base de residuos agroalimentarios. Como con éxito ha experimentado IBERIA en colaboración con la petrolera REPSOL.
Esto no es el futuro. Ya está aquí. Y, cada vez será mayor la implementación en todo el transporte aéreo. Hasta desechar el uso de combustibles fósiles, tan contaminantes y de elevado precio.
Pero aún hay más. No podemos dejar de lado que nuestro mundo está empeorando. Lo asfixiamos con las emisiones contaminantes. Y, si bien las generadas por el transporte aéreo no suponen más que el 2% aproximadamente. Debe reducirse de forma drástica y debe hacerlo hasta conseguir el “hito CERO”. Hasta que el combustible empleado no cause daños medioambientales, que al final resultan ser un perjuicio para el planeta.
Son de agradecer los enormes esfuerzos qué encaminados a alcanzar la denominada aviación sostenible, está realizando la Compañía AIRBUS con el Proyecto ZEROe. Y, el desarrollo de tecnologías basadas en el uso del hidrógeno para el funcionamiento de las aeronaves. Que, se estima puedan operar con prototipos a escala real al final de esta década.
De la misma manera el uso de energías alternativas a los combustibles fósiles como la producida por el hidrógeno, será complementada en un futuro también cercano con las eléctricas. Aunque hoy en día con escasa autonomía de desplazamiento.
Y, todo ello encaminado como digo a obtener una drástica reducción tanto en los costes de implementación como en las emisiones contaminantes.
Es evidente que el futuro es el uso de energías alternativas a las tradicionales, incluso en la aviación. Ya está cada vez más cerca. Ya está aquí. También es cierto que la implementación supondrá un cambio radical en la estructura de las aeronaves. Pues, no es sencillo cambiar los diseños aerodinámicos existentes por diseños futuristas que no podemos aún ni imaginar a qué nivel van a llegar.
¿Volará de nuevo el Concorde, con hidrógeno? Buen diseño para mejor combustible.
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