Transporte marítimo, un post escrito por Carlos Campos Ruiz (alumno del Grado en Transporte y Logística UCJC)
La OMI (Organización Marítima Internacional) ha adoptado medidas de eficiencia energética para el transporte internacional. Estas medidas son jurídicamente vinculantes para el conjunto del sector mundial y son aplicables a todos los países.
Las reglas para prevenir la contaminación atmosférica ocasionada por los buques fueron añadidas en 1997 al Anexo VI del Convenio MARPOL. Estas reglas entraron en vigor en 2005 y se revisaron en 2008. Dos años después se aceptó una nueva actualización. En 2011 se adoptaron una serie de medidas técnicas y operacionales de carácter obligatorio para reducir las emisiones de CO2 procedentes del transporte marítimo internacional y haciéndose validas en 2013.
A continuación, mostramos una serie de datos que respaldan lo logrado hasta la fecha. El tráfico marítimo internacional sufrió un aumento del 16% en toneladas transportadas. A su vez, redujeron más de un 10% las emisiones de CO2 entre 2007 y 2012. Cabe decir que en 2015 el transporte marítimo internacional era responsable a nivel mundial del 2,2% de las emisiones de CO2. Sin embargo, estas emisiones consiguieron reducirse un 6% desde 2007. En ese periodo de tiempo el tráfico marítimo aumento un 25%.
Según la ICS (International Chamber of Shipping), las emisiones de CO2 para diferentes medios de transporte los datos son los siguientes. Un portacontenedores de 18.000 TEU emite 3 g de CO2 por cada 1 t/km frente a los 80 g de CO2 de un camión de más de 40 t de capacidad o los 435 g del avión de 113 t de capacidad.
Otros estudios indican que los 15 mercantes más grandes del mundo contaminan como 760 millones de coches. Teniendo en cuenta que el comercio mundial se mueve a hombros de esos gigantes, ¿Qué pasaría si los barcos mercantes pudieran evolucionar convirtiéndose en una máquina capaz de poder conectar continentes y facilitar el comercio con la mínima contaminación posible?. El resultado sería: “un barco mercante capaz de surcar los mares de forma sostenible y segura”. La idea que, a mi entender, podría ser la solución: un buque eléctrico (mantenido por placas solares) y autónomo. Esta idea debería entenderse de manera futurista, ya que aún nos falta mucho por evolucionar.
Las mercancías viajan en contenedores que se apilan en mastodontes marinos, con una altura desde la quilla de alrededor de 73 metros, 59 metros de manga, 400 metros de eslora y una capacidad de carga de 18.000 contenedores. Si queremos mejorar, debemos evolucionar y concienciarnos sobre el problema del combustible y las emisiones.
Propuesta de futuro
El uso alternativo de las placas solares y el combustible, actualmente utilizado, ayudaría a paliar en parte el problema de las emisiones. Esto podría ser una solución intermedia en tanto se desarrolla la tecnología de la captación y acumulación de la energía solar. La energía se recogería a partir de las placas solares y seguidamente se almacenaría en baterías. El sistema, no dispondría de una cubierta tradicional, ya que, para ampliar la capacidad en superficie de las placas solares, se habrá habilitado un sistema basculante en la eslora del barco.
Este sistema deberá recorrer toda la longitud de eslora tanto en estribor como en babor y deberá situarse a la altura del buque. De esta manera, se permite obtener más superficie de células y, por tanto, mayor capacidad de captación solar. Los contenedores superiores pueden ir dotados, en su techo, con placas solares. Visto desde arriba, la imagen que obtendríamos sería de miles de placas solares capaces de captar suficiente energía para mover el buque.
Todo lo mencionado anteriormente entra dentro de una suposición. ¿Un barco mercante autónomo y eléctrico puede resultar interesante?.
Bueno, tendremos que tener en cuenta que debe crearse y aprobarse una regulación internacional. Para ello, será necesario iniciar pruebas a nivel nacional con sus respectivas autorizaciones y regulaciones internas y si todo va bien, intentar extrapolarlas.
Llegados a este punto, resulta fundamental investigar e invertir en el desarrollo de tecnología. Habría que tender a la automatización de la capitanía de vehículos marítimos. El aspecto económico es otro factor importante para poder realizar largos trayectos. El desarrollo de la seguridad y el nivel de eficiencia supondrán un reto para los recursos de las empresas. Al mismo tiempo, estaremos ayudando a la sostenibilidad ambiental.
Beneficios de la propuesta
¿Cómo de beneficioso será para las compañías mercantes el que un barco sea autónomo?. Si no se necesita tripulación, o sólo la imprescindible para supervisar largas travesías, la viabilidad económica puede verse ampliamente beneficiada.
Para ello, el barco debería estar equipado con una tecnología de rastreo capaz de poder ser localizado en cualquier momento. También debería ir equipado con sistemas de adquisición de datos para ser analizados en tiempo real. De este modo podríamos minimizar riesgos, accidentes, o imprevistos. En breve, si todo va bien, podríamos ver mercantes de un puerto a otro dirigidos desde una consola.
Nota: este post se ha generado en el ámbito de la materia de Gestión Ambiental del Grado en Transporte y Logística (Ver plan de estudios) de la Universidad Camilo José Cela (Marta Serrano Pérez y Tomás García Martín).
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