Con frecuencia, encontramos propuestas que hacen referencia al concepto de “economía compartida” como una solución a nuestros problemas de sostenibilidad. En el entorno de la cadena de suministro, este término se viene acuñando como “logística compartida”. Evidentemente, el término hace referencia al concepto de crear “microsistemas logísticos” en los que los grupos de interés compartan sus recursos. Uno de los ejemplos más actuales es el desarrollado por Uber, cuyo modelo de negocio emplea la economía compartida basándose en que los propietarios de vehículos privados decidan ganarse la vida asignando sus recursos no utilizados (su tiempo y su vehículo) a trasladar a otras personas a su destino. Esta práctica, no exenta de polémicas, ha dado lugar una revolución dentro del modelo tradicional del transporte de personas practicado en las ciudades.
Esta misma empresa, está tratando de trasladar este mismo modelo a la logística compartida para la entrega de mercancía, más bien para la distribución de paquetes dentro de la denominada última milla. Por supuesto, también ha generado las correspondientes polémicas por entrar en competencia con las empresas de paquetería.
Sin embargo, en el caso del negocio de la logística, este modelo no es nuevo. Desde hace más de 30 años, tanto las empresas de paquetería como las empresas mayoristas practican este modelo para llevar a cabo su distribución. Por ejemplo, UPS dispone de diferentes proveedores de servicios para llevar a cabo la entrega de paquetes dentro de la última milla. Estos “socios” (a veces pequeñas empresas, o autónomos) llevan practicando junto con UPS el modelo de negocio de economía compartida desde hace tiempo, para facilitar las entregas en los establecimientos de los minoristas o a particulares en el mismo día en el que solicita el servicio.
Estas empresas siguen un modelo que se pone en marcha cuando un consumidor realiza una compra electrónica y el minorista local (el más cercano al cliente final) dispone de ese artículo en su stock. La empresa (o la persona) dedicada al transporte y entrega final programa un conductor contratado (o asociado) para ir a recoger el paquete en el establecimiento del minorista y entregarlo al cliente dentro de un plazo especificado. Las actividades de logística compartida no solo se realizan empleando vehículos particulares o furgonetas, también se emplean ciclomotores, bicicletas híbridas e, incluso el transporte público, en función de la accesibilidad y del grado de congestión viaria en la zona de la ciudad donde se vaya a realizar la entrega urbana.
Por otra parte, la logística compartida también hace referencia a los sistemas de compra y distribución. También desde hace más de 30 años han existido agrupaciones de minoristas que llevaban sus compras y su distribución en grupo. En la actualidad, esta práctica también se considera conceptualmente como “economía compartida”. Evidentemente, tanto minoristas especializados como generalistas practican las compras en grupo como una estrategia de reabastecimiento de sus establecimientos que además supone un ahorro importante. Por supuesto, la distribución de la mercancía también supone una disminución relevante en los costes de transporte y, desde luego, es mucho más respetuosa con el medio ambiente que cuando estas compras y distribuciones se realizan de manera independiente.
En la actualidad, el modelo de red común de distribución de proveedores de servicios logísticos (locales, regionales y nacionales) se ha convertido en una solución para llevar a cabo la logística de última milla. En Estados Unidos, estas redes operan haciendo uso de conexión tecnológica de datos y se han convertido en una práctica habitual para gestionar el flujo de mercancías desde los centros de distribución hasta los establecimientos de los minoristas e, incluso, hasta el cliente final usuario del comercio electrónico. Sin dudad, la logística compartida resulta una solución viable a los problemas planteados por la logística urbana y a la distribución de última milla. No obstante, requiere de la participación de los diferentes agentes involucrados en la cadena de suministro, operadores de trasporte, proveedores, mayoristas, minoristas y el propio cliente.
Las agrupaciones de pequeños comerciantes han demostrado que las redes de abastecimiento son un potente instrumento para mejorar tanto la logística como la eficiencia. En la actualidad, se trabaja para consolidar redes de distribución compartidas para conseguir mejorar la eficiencia en las zonas urbanas de alta densidad. Estas zonas se caracterizan por unos requisitos centrados en una frecuencia elevada y una demanda de servicio de alta calidad a un precio muy competitivo. En realidad, se trata de poner de acuerdo a varios minoristas cuyos negocios están ubicados en lugares muy próximos para que el operador logístico pueda ser compartido por todos los minoristas que necesitan hacer entregas. En realidad, esta solución es bastante factible, sin embargo, el problema surge cuando las entregas son demandadas en muy cortos periodos de tiempo por cada cliente, ya que resulta casi imposible que todas las entregas se puedan realizar al mismo tiempo.
Una posible alternativa, sería generar una red de transporte con pocos vehículos que vayan haciendo paradas de manera sistemática y continua en los diferentes puntos minoristas y, seguidamente, realizar las entregas solicitadas.
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