Durante muchos años, los fisioterapeutas formados en Osteopatía, nos hemos limitado a entender la Osteopatía como un método terapéutico en el que considerábamos la biomecánica como el principal problema y causa de la patología de nuestros pacientes. El movimiento es importante y lo será, pero nos hemos olvidado de lo que más nos caracteriza y de lo que tanto nos enorgullece, la visión global.
Durante estos años hemos estado engañados pensando que el concepto de globalidad estaba dominado cuando relacionábamos por ejemplo una patología lumbar con un problema intestinal. Pero no percatábamos que la globalidad puede ser algo mucho más grande. Es necesario entender al paciente, sus hábitos, sus conductas, sus preocupaciones y cómo éstas influyen en la movilidad y motilidad muscular y visceral, así como estas pueden influir por ejemplo en la interacción hormonal que es necesaria para conseguir una buena recuperación de las lesiones.
Con el paso de los años y los avances, nos hemos dado cuenta de que debemos optar por una Osteopatía integradora, más global si cabe. La manipulación debe ser una herramienta que empleemos para conseguir un objetivo, pero antes, debemos conocer cuál es la mejor forma de conseguir dicho objetivo.
Quizás haya llegado la era del pensamiento previo a la manipulación y de la elección de la mejor técnica. El nuevo terapeuta que trabaja con Osteopatía debe ser aquel que tenga la capacidad de decidir cuándo no es necesario realizar una manipulación, desechando así, la técnica más potente y que ha dotado de más fama a la Osteopatía. El terapeuta del futuro no será aquel que manipule más veces, será aquel que decida cuándo no debe hacerlo. Desecharla por un consejo, quizás más potente.
Al fin y al cabo, piensa, luego manipula.
Álvaro Otero
Director del Máster en Osteopatía del Aparato Locomotor y Máster en Osteopatía Cráneo-Visceral