Desde hace más de 50 años, la prevención tromboembólica con anticoagulantes antagonistas de la vitamina K (AVK) ha aumentado motivado por el diagnóstico de la fibrilación auricular (FA). Tienen una eficacia más que probada pero dependiente del cociente normalizado internacional (INR) en rangos establecidos cuyo seguimiento con sangre capilar es accesible desde atención primaria. El fin preventivo tromboembólico también se asocia a un incremento del riesgo hemorrágico. Existen distintos métodos para evaluar el grado de control, pero el tiempo en rango terapéutico (TRT) es el método recomendado. La coexistencia de otros tratamientos y enfermedades crónicas en forma de patrones de multimorbilidad poblacional, influyen en el control.
La Universidad Camilo José Cela, dentro de una de sus líneas de investigación en la que trabajan profesores de los grados en enfermería, nutrición humana y dietética y farmacia, han estudiado los patrones de multimorbilidad, riesgo hemorrágico y grado de control de INR capilar de pacientes con AVK en atención primaria, a partir de un estudio transversal multicéntrico con revisión retrospectiva con 257 individuos representativos de la Zona Básica de Villanueva de la Cañada. La población de estudio eran personas > 14 años, no institucionalizadas, que tomasen AVK al menos durante el último año. El criterio de inclusión fue el diagnóstico de FA, flutter auricular, tromboembolismo pulmonar (TEP), trombosis venosa profunda (TVP), IAM extenso y miocardiopatía dilatada, que tuviesen como control el rango 2-3. Se excluyeron los casos sin registros en historia clínica. Las variables fueron sociodemográficas, TRT del último año, factores de riesgo cardiovascular (FRCV) y riesgo hemorrágico valorado con la escala HasBled.
Del total de 257 pacientes, el 54,1% eran hombres y el 45,9% mujeres con una media de 75,8 y 77,5 años, respectivamente. La media de tratamiento era de 6,11 años (IC 95%: 5,66-6,56) siendo mayor en los hombres (6,30 vs. 5,89). El patrón cardiometabólico fue predominante (83,7%) seguido del psicogeriátrico (6,6%). La media de TRT fue del 60% con diferencias por género, patrón de multimorbilidad y enfermedad, siendo el TEP el de mayor TRT con un 60,7% (IC 95%: 53,87-67,63), aunque con diferencias significativas solo respecto a la polimedicación. Hubo un 47,1% de labilidad del INR (TRT < 60%), mayor en hombres (52,9%), FA (82,6%), inmovilizados (53,8%) y polimedicados (47,5%; p < 0,05). El 66,9% tenía alto riesgo hemorrágico (p = 0,021). En nuestra población, el riesgo de hemorragias se incrementa 8 veces más en hipertensos y 4 veces más en polimedicados.
El paciente con AVK controlado en atención primaria tiene un perfil de edad de riesgo (> 60 años), es polimedicado, tiene un diagnóstico mayoritario de FA y un patrón cardiometabólico de multimorbilidad. Este patrón es el más prevalente en España desde edades tempranas. En nuestra investigación está asociado a elevada prevalencia de FRCV como HTA (82,9%), DM (36,6%), obesidad (58,4%) e hipercolesterolemia (59,5%). El TRT es un método directo eficaz para estimar el grado de control. En este estudio está por debajo del indicador de la Comunidad de Madrid (60 vs. 65%) con elevada labilidad del TRT en pacientes inmovilizados y polimedicados. Casi 7 de cada 10 anticoagulados tienen alto riesgo hemorrágico con un TRT del 56,62% (IC 95%: 53,22-58,01) frente al 68,77% (IC 95%: 65,70-72,05) en aquellos sin riesgo. Por tanto, el seguimiento del paciente con AVK en atención primaria debe incluir un seguimiento exhaustivo del INR, prevención de complicaciones, y control de FRCV y estilos de vida, con especial hincapié en hipertensos y polimedicados.