Desde el departamento del Grado de Enfermería de la Universidad Camilo José Cela, queremos hablar sobre los cuidados del paciente pediátrico que presenta fiebre.
La fiebre es un aumento temporal de la temperatura del cuerpo, en general debido a una enfermedad. Tener fiebre es signo de que algo fuera de lo común está pasando en el cuerpo.
La fiebre se produce cuando el “termostato” interno del cuerpo aumenta la temperatura corporal por encima de su nivel normal en respuesta a una agresión determinada. Es decir, la fiebre significa que nuestro cuerpo está luchando. Esto puede suceder por reacción inflamatoria inespecífica o directamente por la acción de componentes microbianos.
La fiebre es una manifestación de algo que está pasando a nuestro paciente, por sí sola no permite establecer un diagnóstico, y tampoco establecer la gravedad. Es muy importante desde los cuidados de enfermería observar los síntomas que acompañan a la fiebre y por supuesto encaminar nuestros cuidados a la recuperación de la temperatura normal del paciente.
Para tomar la temperatura existen diferentes partes del cuerpo: boca, oído, frente, zona rectal y zona axilar. Para elegir la zona de medida de la temperatura, en niños menores de dos años se recomienda la vía rectal, es más rápido, ya que los niños suelen moverse al ponerles el termómetro bajo el brazo. En niños mayores de dos años, la zona axilar es la idónea teniendo especial cuidado de que el termómetro esté bien colocado y no se mueva. Se recomienda tomarla cada 4 o 6 horas, en caso de que el paciente esté con escalofríos o decaído tomarla cada 3 horas.
Actualmente existen numerosos termómetros para tomar la temperatura, cada vez más modernos y muy fáciles de utilizar. Su uso no solo es para los sanitarios, es recomendable tener un termómetro en todas las casas.
Se debe de bajar la fiebre cuando la temperatura es mayor a 38ª axilar 39ª rectal y es mantenida. En pacientes pediátricos que presentan riesgos de convulsiones se intenta bajar desde un inicio.
La fiebre la bajaremos con medidas: farmacológicas y físicas. En cuanto a las medidas físicas podemos colocar compresas mojadas en frente, axilas e ingles, podemos también mojar el cuerpo con una esponja y agua templada (efecto corto), se puede elegir la opción de un baño de agua templada y poco a poco (nunca de golpe, tampoco en aquellos niños que sufran convulsiones), es recordemos desabrigar al paciente sin llegar a desnudarlo por completo. Y por último, y no por ello menos importante, ofrecer agua con frecuencia (para prevenir la deshidratación por sudoración) así la ingesta hídrica será constante.
Finalmente, en cuanto a las medidas farmacológicas, recordemos que en muy pocas comunidades autónomas puede prescribir fármacos la enfermera, aunque si que los administramos. Sin embargo, en este pequeño post mencionaremos cuáles son estos fármacos a elegir, son los antipiréticos. En pacientes pediátricos que presenten vómitos o que rechacen tomar fármaco por boca, se recomienda la vía de administración rectal.