El control motor es la capacidad que tiene una ser vivo para desplazarse en la naturaleza sin ninguna dificultad. Es el resultado de distintos procesos motores, cognitivos y sensoriales dada la naturaleza y la complejidad del movimiento, así como de sistemas que interactúan para que se realice el más simple movimiento.
Cuando hablamos de control motor debemos tener en cuenta aspectos tan importantes como el mantenimiento de la postura, el equilibrio y la mejoría de los movimientos específicos. El objetivo de la ponencia presentada en el XXV Congreso de Posturología por Álvaro Otero, doctorando y profesor del Grado en Fisioterapia de la Universidad Camilo José Cela, fue explicar el impacto de la inflamación intestinal de bajo grado sobre el sistema nervioso central y las consecuencias sobre el control motor, el lenguaje y/o la memoria. Estudios recientes que fueron presentados durante la jornada, describían al intestino como “el segundo cerebro” y destacaban la importancia de mantener una equilibrada salud intestinal para prevenir y mejorar enfermedades neurodegenerativas. Los metabolitos que liberan las bacterias intestinales gram-negativas, las principales responsables del desequilibrio intestinal como señalaba Otero, están detrás de la acumulación de placas en áreas del cerebro que se relacionan con enfermedades como el Parkinson, Alzheimer y/o Esclerosis Múltiple. Durante el desarrollo de la ponencia se destacó la importancia de consumir fibra soluble y saber distinguirla de la fibra no soluble, la cual sirve de alimento para las bacterias que colonizan el intestino y lo dañan. A medida que se iban explicando los mecanismos de acción implicados en los procesos degenerativos, resultó interesante conocer desde un punto de vista antropológico cómo se ha producido el desarrollo cerebral a la par que nuestro intestino disminuyó en tamaño permitiendo así la encefalización. El proceso de cocinado de los alimentos, el consumo de fibra no soluble y el aporte de nutrientes tan importantes para el cerebro como el zinc, yodo, selenio o DHA-EPA fueron algunos de los factores que permitieron el desarrollo cerebral de nuestros ancestros. Es por ello que se aconsejó, durante la charla, escoger alimentos de fácil digestión y que no desencadenasen actividad inmune para favorecer el desarrollo y reparación neuronal, así como el consumo de pescados salvajes y mariscos, los cuales aportan todos los nutrientes necesarios para este proceso de regeneración neuronal y buen funcionamiento intestinal. Estos consejos buscan aportar una nueva forma de abordar el control motor y conseguir resultados más efectivos en los pacientes.