El 8 de septiembre se celebró el Día Mundial de la Fisioterapia bajo el lema «Tome el control sobre el dolor«. De departamento de Fisioterapia de la Universidad Camilo José Cela es consciente del papel de la fisioterapia y la actividad física como medio fundamental para ayudar a las personas a manejar el dolor crónico. Con motivo de esta celebración diversos organismos como el Consejo General de Colegios de Fisioterapeutas de España (CGCFE), se han unido a la campaña de la World Confederation for Physical Therapy (WPTD), centrada en esta ocasión en el dolor crónico y el papel fundamental de la terapia y la actividad física para ayudar a las personas que sufren esta dolencia.
El dolor crónico, persistente o prolongado es un dolor que dura más de tres meses después de su inicio. Suele considerarse como un dolor que persiste más allá del tiempo habitual en el que los tejidos tardan en curarse después de una lesión. El dolor agudo es una alarma sobre el daño potencial de los tejidos y, generalmente, aparece repentinamente como resultado de un incidente específico, una cirugía, una fractura o un traumatismo. Sin embargo, el dolor crónico no sirve a ningún propósito biológico, ya que no está relacionado ni se manifiesta como una amenaza de daño tisular. El dolor crónico puede considerarse un estado de enfermedad y puede persistir durante meses o años.
El dolor crónico más habitual se produce en la zona lumbar, cervical y torácica, además del hombro. Las causas principales son la artritis reumatoide, artrosis, osteoartritis, neoplasias y tumores, fibromialgia y migrañas o dolor de cabeza.
El dolor crónico es una carga significativa para la salud global y una merma muy importante en el estado de salud del paciente que lo sufre. El dolor lumbar, por ejemplo, causa más discapacidad que cualquier otra enfermedad. Para muchas personas el dolor crónico puede dificultar la vida, llevando a comportamientos de miedo, evitación y escape. El aumento del dolor en las actividades diarias o cuando intentan ser más activas supone una pérdida general de control sobre su día a día, dificultad para las actividades de la vida diaria y puede llevar a la depresión, el aislamiento social y la falta de participación.
El ejercicio terapéutico, siempre bajo la supervisión de un fisioterapeuta, aporta importantes beneficios para el control del dolor, como son el mantenimiento de la flexibilidad y el movimiento; la mejora de la salud cardiovascular, la construcción y mantenimiento del tono muscular; la mejora del estado de ánimo y el bienestar general; el control del dolor; un aumento de la confianza para participar en diversas actividades y poder retomar el control de la vida diaria, reduciendo los miedos de los pacientes.
El ejercicio terapéutico puede ayudar a recuperar el control, comenzando lentamente, siempre bajo las indicaciones de un profesional de la fisioterapia, que ayudará a identificar y lograr los objetivos de cada paciente, utilizando actividades graduadas y un programa de ejercicios personalizados, siempre según la tolerancia y capacidades que tenga el paciente para realizar estos ejercicios. Es fundamental aumentar la comprensión del dolor, lo que reduce el miedo a sufrir daños y, por lo tanto, un mayor control sobre el mismo. A medida que se incrementa la movilidad, el dolor puede disminuir y el paciente puede disfrutar de una mejor calidad de vida.