Alejandra Artero @Alejandrartero8
Estudiante 2º Comunicación
Si Shanghái fue capaz de hacer mella en nosotros, la segunda estancia del Grado Internacional en Comunicación de la UCJC no se ha quedado atrás. Esta vez fue Boston, MA. Y la visita al país por excelencia nos ha hecho pensar, y, para nuestra sorpresa, en nuestra maleta ha habido hueco, a duras penas, para tres lecciones que nos hemos traído de vuelta a Madrid.
- Nunca es suficiente
Boston es, sin duda, la ciudad del inconformismo. Con el mayor índice de estudiantes en todos los Estados Unidos; aquí innovan, construyen, se atreven.
Lo más importante es ser valiente. El talento aporta, sin duda, pero no hay nada sin una buena dosis de trabajo. Y nunca será suficiente, porque Boston nos enseñó que siempre hay alguien dispuesto a trabajar más, a sacrificar más, a ir un paso más allá.
Caminando por los pasillos de la aceleradora de startups Mass Challenge lo entendimos; no es tanto cuánto de buena sea tu idea o cuántos recursos tengas para llevarla a cabo, si no cuántas horas estás dispuesto a dedicarle o cuánto estás dispuesto a formarte para conseguirlo.
2. La importancia del equipo
5.450 km separan nuestra universidad del HI Boston Hostel donde nos alojábamos todo el grupo. En el camino y en la estancia nos encontramos con barreras, retos y conflictos que debíamos resolver para poder seguir. Lejos de casa, en “territorio desconocido”, con un idioma distinto y máximas de -5 grados el equipo se convirtió en lo más valioso que teníamos.
Habiéndonos enfrentado a retos académicos que debíamos afrontar en equipo, conocíamos la teoría y nos tocó ponerla en práctica; no importa lo seguro que estés de poder conseguirlo tú solo, el equipo te necesita y tú a él para poder lograrlo.
Así y siguiendo el “todos a una”, nos hemos ayudado los unos a los otros, hemos compartido los momentos más divertidos, pero también los más duros y hemos conseguido entre todos hacer de Boston un recuerdo que se quedará mucho tiempo con nosotros.
3. La amistad
Y el equipo no es otra cosa que personas. Personas que después de dos años juntos, 40 horas de avión, 2 sellos en el pasaporte y muchas horas compartidas en las aulas se han convertido en amigos.
Y esa lección también nos la hemos traído de Boston, habernos encontrado compartiendo nuestro tiempo libre juntos, la confianza y la complicidad, las risas y las confidencias o, los silencios, nos han hecho darnos cuenta de que ahora somos amigos.
Una amistad que, probablemente, perduré en el tiempo, por lo que aún nos queda y por las experiencias y momentos tan importantes que hemos compartido juntos.
Por esto y por muchas cosas más, Boston ha sido una experiencia para no olvidar, y nos ha dejado con aún más ganas de descubrir qué lecciones nos traeremos de nuestro destino del año que viene; Los Ángeles.