Realmente siempre he tenido muy fácil acceder a mi hijo mediante la tecnología. Gracias a algo muy de moda, los videojuegos. Ya desde muy pequeñito le llamaba la atención las pantallas con cositas que se mueven. Creo que la primera consola que le regalé fue una Xbox de la primera generación, pero no le gustó tanto. Después fue la Nintendo Ds y la PSP que tuvieron más éxito. De hecho pienso que la movilidad es fundamental. Una consola pequeña y transportable aunque sin despreciar nunca la potencia gráfica y de procesamiento. Mi hijo no es el único cautivado por los videojuegos, todos sus amigos lo están. Y esto constituye por si mismo un tema de conversación. Creo que habla mucho con sus amigos de los videojuegos con los que están jugando, sobre que niveles han pasado y trucos para compartir. Muchos padres piensan que es un gran peligro, pero yo no comparto esta opinión. De hecho pienso que el futuro estará ahí. No tanto en videojuegos propiamente dichos sino a su motor gráfico capaz de generar simulaciones hiperrealistas.
La web 3.0 de la que tanto se habla ahora no busca únicamente consumir tecnología sino también crear nuevos contenidos. De hecho los nativos digitales del presente construyen su yo digital generando nuevo material multimedia que comparten con sus iguales. No basta con navegar, hay que publicar en la red… Es el único camino para alcanzar cierta popularidad. Si no
que se lo digan a los que twittean hoy en día buscando como locos entrar dentro del reducido club de los trending topics….
Con este espíritu web 3.0 intenté introducir a mi hijo de 10 años en el fascinante mundo de la programación de videojuegos. No nos asustemos. No es un genio ni mucho menos. Cualquier niño de su edad puede hacerlo si posee las herramientas adecuadas. Microsoft ofrece de manera gratuita, el programa Kodu (1).
Las experiencias de mi hijo con este programa transcurrieron en dos días que a continuación explico…
Primer día: Entendiendo la creación de mundos virtuales
Sin lugar a dudas no partíamos de cero. Años de consumo de videojuegos hacen que ciertos conceptos sean super intuitivos. No obstante buscaba el más difícil todavía. No quería ser yo el gurú que le introdujera en este mundo de la creación digital, sino que fuera él mismo quién lo descubriera. El primer paso fue ponerle varios videos (en inglés) sobre el programa. Mi hijo no habla apenas inglés pero realmente no es necesario. En los videos se mostraba el proceso de creación de mundos virtuales con sus personajes. Durante este primer paso me aparté voluntariamente y le dejé que asimilara por si solo los conceptos básicos. Tan solo traduje algunas frases cuando él me preguntó expresamente por su significado… El visionado duró un par de horas.
Después empezó la diversión. El concepto de mundo virtual no es en absoluto nuevo. Algunos de los mejores videojuegos poseen sus propios editores de terreno en el que jugar. Kodu ofrece herramientas muy sencillas para extender los terrenos, levantar montañas, crear ríos o lagos, etc. Y todo con unos cuantos clics. También podemos partir de una plantilla y luego modificarla a nuestro antojo. Mi hijo se tiró varias horas construyendo su mundo digital incluyendo los personajes del juego. En realidad no le ayudé casi nada, el hizo todo el trabajo él solito…
Respecto a los personajes me sentí un poco desilusionado. Me hubiera gustado que pudiéramos modelar algún personaje a nuestra imagen y semejanza como los Mii de la wii. Pero Kodu no llega a tanto… nos presenta una librería y elegimos entre lo que hay…
Segundo día: Programando….
Crear mundos virtuales es divertido, pero mucho más es programar a los personajes para que interactúen en el juego. Quizás muchos piensen que es algo super complicado, pero nada más lejos de la realidad…. ¿Qué es programar? Dar instrucciones para que un objeto haga algo, paso a paso…. Algo muy sencillo en esencia. Lo difícil es tener claro lo que queremos que haga este objeto, muñeco o lo que sea.
Mi hijo lo entendió perfectamente cuando le enseñé las palabras mágicas del aprendiz de programador. If… then… else. Si pasa algo…. Actúa de cierta manera… en caso contrario haz lo siguiente. Así de sencillo es el comienzo. Por fortuna Kodu posee un interfaz gráfico muy agradable que facilita la tarea de programar. Si tuviéramos que escribir todas estas acciones a mano en una interfaz textual hubiera sido todo mucho más aburrido. Pero gracias a esta visualización es, valga la expresión, un juego de niños.
Mi hijo lo cogió con muchas ganas y lo primero que hizo por la mañana fue comenzar a programar su kodu (el protagonista del videojuego). El movimiento es lo más fácil. Las techas de dirección ya permiten que el muñeco se mueva por el mundo recién creado. En las imágenes que acompañan a este artículo comprobamos lo fundamental. Derecha, izquierda, adelante y atrás. Las acciones se suman y vamos de los simple a lo complejo… y todo realmente intuitivo… Qué fácil es programar papa, me decía mi hijo. Aunque no es tan fácil como parece. Ciertas cosas sí lo son, pero si deseamos acciones más complejas, debemos pensarlas detenidamente.
Uno de los problemas con los que nos enfrentamos es crear rutas para los malos. Me explico. Un videojuego tiene que tener enemigos. Que el contrincante te dispare cuando te vea es relativamente sencillo de programar…. Pero también queremos una cierta inteligencia artificial. Los malos tienen que moverse. Al llegar a este punto fue de gran ayuda las horas pasadas con otros videojuegos. Cada personaje sigue un camino que repite en forma de bucle. Siempre es así. Aquí sí que tuve que ayudar un poco a mi hijo a trazar un recorrido y luego conseguir que el personaje siga esta ruta… Como decíamos las acciones se pueden sumar siempre que no caigan en la contradicción. El enemigo dispara al vernos, puede seguir una ruta o camino, esquivar cuando le atacan, etc.
Y así pasamos la mañana, planteando posibilidades y programándolas. Me encantaba cuando le sugería algo y me respondía: “Genial, me voy a poner a programarlo…. “.
Antes de acabar me gustaría reflejar no solo las luces, sino también las sombras de esta tarea. Programar videojuegos es una actividad lúdica, intelectual y divertida. Cualquier niño puede hacerlo…. Pero hacer algo interesante requiere esfuerzo. Dos días no son suficientes para terminar el trabajo de manera satisfactoria. Y siempre surgen problemas con los que tenemos que enfrentarnos y vencerlos. Aquí vi uno de los grandes problemas de la juventud actual, la poca resistencia a la frustración. Baste con que algo no salga a la primera para que se enfaden y abandonen… Una pena.
Y aquí radica el verdadero papel del profesor o padre, enseñar a enfrentarse con los problemas sin tirar la toalla y descorazonarse al primer contratiempo que surja. Los nativos digitales de hoy tienen muy poca tolerancia a la frustración. Y esto es una garantía de fracaso. De que vale tanta inteligencia si no pueden luchar contra las dificultades… Quizás los formadores del mañana deberán no tanto transmitir conocimientos sino valores éticos de auto superación…
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