Algunos estudiantes de Derecho, entre los cuales me incluyo, tuvimos la oportunidad de asistir y presenciar varios juicios en los Juzgados de lo Contencioso Administrativo, una experiencia sumamente gratificante y enriquecedora. Observar la actuación del Honorable Juez y de los letrados participantes, tanto de manera individual como en conjunto, avivó mi interés y respeto por nuestra profesión, contribuyendo al crecimiento personal.
Entre las muchas cosas que captaron mi atención, lo más destacado fue percibir, tras la toga del Honorable Juez, a una persona con una humanidad extraordinaria. Con paciencia y amabilidad, nos explicó a los estudiantes las distintas etapas de los juicios. También destacó su comprensión y manejo de su Despacho frente a situaciones inesperadas, como el retraso de un letrado. En lugar de limitarse a declarar la ausencia, optó por conceder una espera prudente, reconociendo que detrás de los papeles hay personas con derechos y necesidades pendientes de resolver.
Además, mostró respeto y prudencia al consultar a los letrados sobre nuestra presencia y al considerar la comodidad de su amigo, nuestro profesor. Reveló que a lo largo de su carrera profesional, nunca emitió una sentencia inmediata, prefiriendo revisar con calma para considerar detalles, pruebas o manifestaciones surgidas durante el juicio.
La experiencia también evidenció la empatía y consideración del Honorable Juez, despojándose de la imagen seria y rígida asociada comúnmente con la figura judicial. Se apreció la importancia práctica de los conocimientos adquiridos en nuestras clases, como el «silencio administrativo», y cómo estas experiencias refuerzan la necesidad de una sólida formación académica y personal en nuestra futura profesión legal.
Considero fundamental continuar con estas prácticas, ya que proporcionan valiosas experiencias que permanecerán en mi memoria con gratitud.
Liliana Ardila Vargas
Estudiante del grado en derecho