David Jiménez Torres.
En el año 2000, Camilo José Cela colocó la primera piedra de la Universidad que llevaría su nombre. Su amistad con Felipe Segovia, fundador de la Institución Educativa SEK, lo decidió a prestar su figura y su talento al proyecto de aquél: la creación de una universidad única dentro del panorama educativo español. Esta sería la última empresa cultural de todas las que el premio Nobel ayudó a poner en marcha a lo largo de su fecunda vida.
A pesar de su avanzada edad, Cela participó activamente en los primeros pasos de la nueva institución, siendo miembro del primer Patronato, diseñando el logo de la universidad y prestando los nombres de sus obras y de su vida a los distintos edificios del campus de Villafranca del Castillo. Cela también escogió la UCJC para celebrar los actos de su 85 cumpleaños, pronunciando una conferencia sobre el periodismo, carrera ofrecida por la Universidad que le resultaba particularmente cercana.
El cariño de Cela hacia la UCJC y su apuesta por la labor de la misma quedan reflejados en las palabras que escribió en el Libro de Honor de la Universidad:
“Hago votos porque estas aulas formen a los estudiantes en el mejor servicio del bien, y hagan cierto la idea de Lope de Vega cuando llamó a la Universidad la naturaleza del alma”.
A su vez, la UCJC ha apostado por mantener vivo el legado del escritor, creando la Cátedra Camilo José Cela de Estudios Hispánicos bajo la dirección del profesor Adolfo Sotelo Vázquez. Esta Cátedra edita el Anuario de Estudios Celianos, que sirve de foro para los mejores trabajos de investigación sobre la obra de Cela, y concede anualmente unos Premios de Relato Breve a estudiantes de bachillerato e universitarios. La Cátedra fue, igualmente, el núcleo de la conmemoración del centenario de Cela, organizando el simposio internacional “Cela, cien años más” e impulsando el documental-homenaje del mismo título.