A finales del año pasado el galardonado con el premio Nobel en Ciencias Económicas ha sido el Dr. Richard Thaler, de nacionalidad estadounidense, quien ha estudiado e investigado desde la década de los setente las “anomalías” de la conducta humana, es decir, las veces que los humanos tomamos decisiones económicas irracionales. Estas decisiones no pueden ser explicadas por la teoría económica tradicional, pero sí por una disciplina que combina ideas del juicio y la toma de decisiones, la psicología, y la economía para generar una comprensión más precisa del comportamiento humano: la llamada ‘economía del comportamiento’.
¿Qué es la Economía del Comportamiento?
La economía del comportamiento es una disciplina joven y sin embargo una de las áreas de la economía que más crecimiento ha tenido en las últimas décadas. La lista creciente de premiados con el Nobel en este campo lo confirma: Daniel Kahneman en 2002 (que lo hubiera compartido con Amos Tversky de no haber fallecido prematuramente), Robert Shiller en 2013 y el recién galardonado Richard Thaler.
Aunque hoy se celebre a este economista con el mayor de los galardones, su camino hacia la expansión del conocimiento no ha sido sencillo. En su carrera Thaler ha sido más criticado que alabado por sus pares economistas, y ha tenido que enfrentarse una y otra vez al rechazo de su trabajo. Entre sus críticos se encuentran el ya fallecido neoclásico y premio Nobel Miller, quien se negó a hablarle, y a su propio tutor de tesis doctoral, que lamentaba que Thaler desperdiciara su futura prominente carrera en trivialidades. Por muchos años la mayoría de los economistas simplemente le ignoraban.
Pero fueron los hechos a rescatarle. Investigación tras investigación Thaler demostraba cómo buena parte de las elecciones económicas tienen una componente no racional y, cosa muy importante, que podíamos aprovechar esta irracionalidad para ayudar a mejorar nuestra sociedad.
Entre sus muchos logros, Thaler inspiró la creación de equipos de ciencias de la conducta, a menudo llamados «unidades de empuje», en organizaciones públicas y privadas de todo el mundo. Junto con Cass Sunstein, miembro del gobierno de Obama, escribieron un libro en 2008 llamado Nudge: Mejoras en las decisiones sobre salud, riqueza y felicidad, que sugiere que hay muchas oportunidades para «impulsar» el comportamiento de las personas al hacer cambios sutiles al contexto en el que toman decisiones.
De lo que se trata, afirman, es de dar un pequeño “empujoncito –nudge en inglés- en la orientación correcta. Pero, claro, un empujoncito no es lo mismo que forzar, prohibir, imponer u obligar. El “empujoncito”, dicen, debiera ser el principio rector de la mayoría de las políticas públicas. Thaler y Sunstein llaman a este enfoque “liberalismo paternalista”. A las personas se les respeta su libertad de decisión, su irrevocable derecho de decidir qué hacer con sus vidas. Este es el “liberalismo”. Pero se les guía, se les da un suave empujón en la dirección que les conviene. Este es el componente “paternalista”.
Los “empujoncitos” pueden resolver muchos tipos de problemas que los gobiernos y las empresas consideran importantes. Una aplicación interesante y simple de este enfoque es cómo organizar el buffet de comidas en las cafeterías escolares. La tradición era que las primeras opciones sobre los mostradores correspondan a las hamburguesas, patatas fritas, pizzas y otros alimentos poco saludables. Los estudiantes llenaban así sus bandejas con este tipo de comida. Al final del buffet estaban las ensaladas, las frutas y las legumbres. Pero, llegadas ahí, las bandejas ya estaban repletas y casi nadie elegía estas opciones. Invertir el orden, y poner las comidas sanas al principio, es dar un empujoncito hacia una comida más saludable. No hay coerción ni obligación de comer sano, sin embargo, la dieta de los estudiantes en los colegios que realizaron esta alteración cambió radicalmente, siendo mucho más saludable.
Otro aspecto importante de las teorías de Thaler es que predicen que una vez tomada una decisión, los individuos alteran su comportamiento con mucho menos frecuencia que lo sugerido por los economistas más clásicos. En el mundo real, nos dice el nuevo premio Nobel, hay mucha inercia. La gente sigue rutinas antiguas y se “queda pegada”, aun cuando lo “racional” sea alterar el comportamiento. Este aspecto de su análisis ha sido utilizado en muchos países para reformular los sistemas de pensiones. Muchas empresas en Islandia y EE.UU. han usado el enfoque de Thaler para incorporar automáticamente a todos sus empleados en planes de ahorro voluntario. Quienes no quieran participar en estos programas tienen que informar a la compañía. Y, como hay una enorme inercia, muy pocos lo hacen. Resultado: el ahorro voluntario aumenta de forma importante.
En un discurso ante la Asociación Económica de Estados Unidos en enero de 2016, el profesor Thaler predijo que la economía del comportamiento tendría tanto éxito que eventualmente desaparecerá como disciplina: «Creo que es hora de dejar de pensar en la economía del comportamiento como una especie de revolución», dijo. “Con el tiempo”, agregó, «toda economía será tan conductual como lo requiera el tema».
Notas:
- Este artículo provee la visión del autor, y no la posición del Blog Empresa y Tecnología, ni la de la UCJC. Por favor, si tiene alguna duda deje un comentario.
- Sobre el autor: Laura Bolaños G, es investigadora a tiempo completo para la UCJC en temas de Behavioral Economics y comercio electrónico.
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