Fdo.: Fernando Gordillo León
Profesor de Psicología, Universidad Camilo José Cela
Desde la Teoría de la Gestión del Terror (TGT; Greenberg, Pyszczynski y Solomon, 1986) se considera que toda conducta está motivada o condicionada por el miedo que nos provoca la idea de nuestra propia mortalidad, generándose una alta ansiedad en tanto esta idea se confronta con el deseo de pervivencia inherente a todo ser vivo. La forma de reducir estos niveles de ansiedad se realiza a través de una serie de mecanismos cognitivos que permiten el control del pensamiento y que desde la TGT se han denominado defensas proximales y distales (Pyszczynski, Greenberg y Solomon, 1999). En términos más coloquiales, la TGT plantea que las personas saben que van a morir más tarde o más temprano, siendo algo que les produce un alto rechazo y ansiedad, por lo que ocuparán su tiempo con actividades que les impidan pensar en esta idea. Sin embargo, resulta imposible que los acontecimientos de nuestra vida no activen en algún momento esta idea (p.ej., un accidente, un ataque terrorista, la noticia de un asesinato) y es entonces cuando las personas se muestran más contundentes y agresivas frente a los estímulos que provocaron dicha activación (Ursan, 2015).
La conciencia de mortalidad sería exclusiva del ser humano, en primer lugar porque no hay constancia de que exista en otras especies, y en segundo lugar porque para generar este tipo de conciencia se requiere la capacidad de planificar la conducta futura, aspecto relacionado con estructuras como la corteza prefrontal, que está muy desarrollada en el ser humano (Gordillo y Mestas, 2015). No hay que confundir la conciencia de mortalidad con el duelo, que sí parece estar presente en diferentes especies (King, 2013); sin embargo, el duelo no debería implicar en sí mismo conciencia de la propia mortalidad. Esto no excluye la posibilidad de que este tipo de conciencia se sitúe en un continuo y haya especies que la manifiesten en niveles más cercanos al humano que otras.
Una vez activada la idea de mortalidad, y según la TGT (Greenberg et al., 1986), las defensas proximales se inician cuando los pensamiento sobre la muerte entran en la conciencia, lo que se ha denominado Prominencia de Mortalidad (PM). Estas primeras defensas son racionales y nos permiten extraer de la mente estos pensamientos desviando la atención, limitando la atención focalizada en nuestra persona o minimizando la propia vulnerabilidad ante la muerte (Arndt, Cook y Routledge, 2004; Pyszczynski et al., 1999), por ejemplo, potenciando los pensamientos sobre nuestra propia longevidad (p.ej., “Mis abuelos vivieron muchos años”) (Greenberg, Arndt, Simon, Pyszczynski y Solomon, 2000), o generando intenciones sobre conductas saludables (p.ej.,“A partir de mañana empiezo a correr todos los días”) (Arndt, Schimel y Goldenberg, 2003; Taubman BenAri y Findler, 2005).
Aunque las defensas proximales extraen estos pensamientos fuera de la conciencia, aun así siguen siendo muy accesibles de manera inconsciente. Por esta razón, y pasado un tiempo tras el inicio de las defensas proximales se inician las defensas distales que alejan los pensamientos sobre la mortalidad de forma más prolongada (Martí, 2014). Estas defensas utilizan la cultura para dar sentido a la vida (p.ej., religión, política), y también la autoestima, en tanto el grupo social nos hace sentir especiales y necesarios siempre y cuando nos ajustemos a los valores culturales imperantes (Rodríguez y Osorio, 2014).
Bajo la perspectiva de la TGT, se establece una relación estrecha entre la agresión y el miedo a la muerte, que así se ha evidenciado en diferentes estudios. Cuando la visión del mundo se ve amenazada por un enfoque contrario al de nuestra propia cultura, se estaría impidiendo el adecuado funcionamiento de los mecanismos de defensa distales y por lo tanto no se rebajarían los niveles de ansiedad. Ante esta situación la reacción es la agresividad y contundencia racional contra aquel sistema cultural que impide la puesta en marcha de las defensas distales. La cuestión es que el miedo a la muerte, a lo desconocido, podría dar lugar a comportamientos delictivos que surgen a partir de la defensa de la identidad grupal frente a enfoques contrarios. Sobre esta idea nos vienen a la mente conflictos actuales como la amenaza yihadista, o algo más local como la guerra entre bandas, donde prima la defensa de unos ideales frente a otros que son contrarios, y que no serían más, según la TGT, que una respuesta ante la necesidad de reducir el miedo a la propia mortalidad defendiendo las ideas del grupo.
En el ámbito de la criminología, algunas teorías han integrado el enfoque de la gestión del terror, como la Teoría General de la Frustración (Agnew, 1980), donde se trata de fundamentar la relación entre delincuencia y tensión, entendiendo que las conductas delictivas pueden surgir a partir de las emociones que se despiertan tras la amenaza de muerte (Ursan, 2015). Es decir, al no poder conseguir lo deseado, aquello que lo impide se muestra contrario a sus ideales (impide las defensas distales según la TGT), dando lugar a la ira y la frustración, que podrían desembocar en actos delictivos puntuales o en un comportamiento delictivo permanente. Entre las fuentes principales en la generación de tensión se encuentran: 1) la dificultad para alcanzar las metas; 2) la privación de los logros adquiridos; 3) la imposición de situaciones negativas de las que resulta muy difícil escapar. Esta perspectiva sitúa la etiología delincuencial en el contexto como una parte muy importante a la hora de explicar el origen de la delincuencia, sin excluir que otros aspectos internos, como la personalidad o las patología mentales, puedan intervenir e interaccionar.
Sin duda este planteamiento tiene muchas implicaciones. En primer lugar respecto a la propia etiología del delito y los medios para evitarlo. En tanto sea posible modificar el contexto donde se desarrolla el ser humano se podrían atenuar los índices de criminalidad. Incrementar los niveles de seguridad en la sociedad conlleva un acceso directo y consistente a las defensas proximales y distales, que permitirán reducir los niveles de ansiedad y agresividad. Por otro lado y ya dentro del contexto judicial, el jurado puede ver al acusado como origen de su vulnerabilidad ante la muerte, siendo entonces objeto de la agresividad que restaure la seguridad perdida. Si esto sucede, cabe la posibilidad de que se generen decisiones altamente afectadas por la emocionalidad negativa de quien las toma con un mayor riesgo de cometer errores, máxime si tenemos en cuenta que para generar un objetivo causante de nuestra inseguridad bastaría una simple noticia en alguno de los medio de comunicación sobre la vida, personalidad o futurible conducta de una persona, en este caso el acusado, no siendo necesario que esta noticia sea en su totalidad veraz.
No cabe duda que la “gestión del terror” no es algo que haya pasado desapercibido a la hora de manipular a los demás. Activar el miedo a la muerte en una sociedad genera altos niveles de ansiedad que no pueden ser reducidos si se socava la seguridad y las pautas sociales de nuestra cultura, al tiempo que se reduce la autoestima de los ciudadanos. En este sentido, habría que tener en cuenta que las acciones terroristas tienen una dimensión comunicativa, en tanto utilizan la muerte como mensaje para buscar la cohesión interna del grupo y como mecanismo de control social (Torres, 2007). Podemos decir a modo de conclusión que cuando “nos obligan” a pensar en la idea de muerte se inician una serie de respuestas defensivas que intenta reafirmar la propia cultura y la autoestima. Sin embargo, estas defensas implican en muchas ocasiones el desprecio a otras creencias que podría llevar al prejuicio, a la discriminación, y también a la agresión (Stone, 2001). Esto nos suena mucho a lo que está pasando actualmente en el ámbito internacional, con la amenaza terrorista, con la consecuente discriminación de “los diferentes” que ahora son refugiados. En definitiva, en muchas ocasiones los prejuicios y los conflictos entre los grupos pueden entenderse a partir de la TGT (Greenberg y Kosloff, 2008), a partir de procesos naturales e inherentes al ser humano, cuyo conocimiento nos ayudaría a poner remedio a muchas de las injusticias sociales que se suceden en nuestra época.
Referencias
Agnew, R. (1980). A revised strain theory of delinquency. Ann Arbor: UMI.
Arndt, J., Schimel, J. y Goldenberg, J. L. (2003). Death can be good for your health: Fitness intentions as a proximal and distal defense against mortality salience. Journal of Applied Social Psychology, 33, 1726-46.
Arndt, J., Solomon, S., Kasser, T. y Sheldon, K. M. (2004). The urge to splurge: A terror management account of materialism and consumer behavior. Journal of Consumer Psychology, 14(3), 198-212.
Gordillo, F. y Mestas, L. (2015). Cuando la muerte entra en la conciencia. Elementos, 100, 15-20.
Greenberg, J., Arndt, J., Simon, L., Pyszczynski, T. y Solomon, S. (2000). Proximal and distal defenses in response to reminders of one’s mortality: Evidence of a temporal sequence. Personality and Social Psychology Bulletin, 26, 91-9.
Greenberg, J., Pyszczynski, T. y Solomon, S. (1986). The causes and consequences of the nedd for self-esteem: A terror management theory. En Springer-Verñag (Ed.). Public self and private self (pp.189-212). New York: R. E Baumeinster (Ed.).
Greenberg, J. y Kosloff, S. (2008). Terror management theory: Implications for understanding prejudice, stereotyping, intergroup conflict, and political attitudes. Social and Personality Psychology Compass, 2/5, 1881-94.
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Martí, C. (2014). Miedo a morir: estudio experimental de las repercusiones de la angustia ante la muerte en población joven; aplicaciones en procesos de fin de vida. Tesis Doctoral: Universidad de Granada.
Pyszczynski, T., Solomon, S. y Greenberg, J. (1999). A dual-process model of defense against conscious and unconscious death-related thoughts: An extension of terror management theory. Psychological Review, 106(4), 835-45.
Rodríguez, G. L. y Osorio, C (2014). Aportes de la psicología existencial al afrontamiento de la muerte. Tesis, 9(1), 50-63.
Taubman Ben-Ari, O. y Findler, L. (2005). Proximal and distal effects of mortality salience on willingness to engage in health promoting behavior across the life span. Psychology and Health, 20, 303-18.
Torres, M. R. (2007). La dimensión propagandística del terrorismo yihadista global. Tesis: Universidad de Granada.
Stone, W. F. (2001). Manipulación del terror y autoritarismo. Psicología Política, 23, 7-17.
Ursan, A. L. El miedo a morir: cómo afecta al castigo por la corrupción, estudio exploratorio. Tesis Máster; Universidad Jaume I: 2015.