La Residencia de Estudiantes y el Deporte

Benito Pérez González

Con motivo del centenario de la Residencia de Estudiantes, fundación privada perteneciente al CSIC, se ha celebrado una exposición conmemorativa en su mítica sede de «la colina de los chopos» (calle pinar de Madrid), nombre con el que la bautizó uno de los alumnos más aventajados de su primera época, Juan Ramón Jiménez. Dicha sede queda  detrás del Museo de Ciencias Naturales  y de la Escuela Superior de Ingenieros Industriales, encontrándose en un alto, que nos permite tener una preciosa vista a la cúpula del museo, que desde ahí nos recuerda –aunque de menor dimensión- a la de Brunelleschi en la Catedral de Santa Maria dei Fiori de Florencia.

 
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La Residencia de Estudiantes fue desde su creación un centro de excelencia y de fervor por cualquier manifestación cultural que permitiese a sus alumnos obtener una formación integral como personas. A pesar de cumplir nada menos que cien años, el discurso y los objetivos en el momento de su creación  no pueden ser más modernos y conectados con la actual corriente marcada por las directrices de Bolonia.

 
Su pedagogía fomentaba por igual el cultivo de las ciencias y las humanidades, y el diálogo entre ellas. Estaba a favor de la libertad docente y científica y consideraba la educación como un proceso continuo. Sustituyó los exámenes por el seguimiento del alumno e hizo de la experiencia basada en la observación y el disfrute de la naturaleza la principal fuente de conocimiento.
 
En el recorrido por la exposición, fotografías y frases de los más ilustres alumnos e intelectuales de la época nos muestran como la Residencia de Estudiantes creó un entorno de excelencia en el que cuerpo, espíritu e intelecto recibían los mejores estímulos para conseguir la formación verdaderamente integral.
 
Se nos recuerdan por ejemplo las palabras del gran auspiciador de la Residencia, Giner de los Ríos, creador de la Institución Libre de Enseñanza (ILE) que en 1887 escribió algo que aún hoy nos parece moderno: “Lo que más necesitan, aun los mejores de nuestros estudiantes, es mayor intensidad en la vida, mayor actividad para todo, en espíritu y cuerpo: trabajar más, sentir más, pensar más, querer más, jugar más, dormir más, comer más, lavarse más, divertirse más”.
 
Fue su discípulo, Jiménez Fraud el que presidió la Residencia desde su inauguración en 1910 hasta 1936. Jamás se contentó con que la Residencia fuese un mero albergue estudiantil. Quería hacer de ella un organismo complejo. Para ello, al eficaz sistema tutorial, semejante al de los Colleges se sumarán otras iniciativas destinadas a despertar el interés por el conocimiento. Vivir en la Residencia significaba poder escuchar a los mejores científicos y creadores del momento en las conferencias, recitales o representaciones que allí se organizaban, pero también era participar en visitas guiadas a Museos o centros de arte. Otra referencia fundamental de la Residencia como leeremos más adelante fue la tradición griega.
 
Ortega y Gasset fue asiduo visitante de la Residencia donde se reunía con los estudiantes y en ocasiones servía como intérprete de conferenciantes tan prestigiosos como Einstein del que realizó una traducción directa de su explicación de la Teoría de la Relatividad en 1923. La nómina de visitantes ilustres incluye a los más grandes de la época como Paul Valery, J.M. Keynes, Fleming, H. Carter, Chesterton y un largo etcétera.
 
La actividad física y el deporte en la Residencia
 
Las ciencias, la música, las artes escénicas y plásticas o la poesía formaban parte de la vida cotidiana junto con el contacto con la naturaleza y la práctica de deportes (tenis, fútbol, alpinismo, esquí, atletismo, rugby o hockey) que se fomentaban a través de la organización de excursiones o campeonatos deportivos. No sólo importaba la dimensión física, sino sus posibilidades formativas: Se entendía que los deportes de equipo y al aire libre contribuían al desarrollo de cuerpo y mente, a la consolidación del carácter y a la integración en el grupo.
 
Todo ello hizo que en la Residencia se generara un ambiente propicio al trabajo, la creatividad y la búsqueda de la excelencia, pero también a la alegría, la diversión, el ingenio y el diálogo.
 
La implicación de los estudiantes en la práctica deportiva era total. Se formaron equipos de las disciplinas deportivas antes mencionadas y como ejemplo de la importancia de la actividad física tenemos fotografías y grabaciones de la época de las diferentes competiciones. Por poner un ejemplo llamativo, Luis Buñuel que vivió varios años en la Residencia aparece en varias fotografías caracterizado como boxeador o lanzando el peso.
 
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Un Luis Buñuel como lanzador de peso
El deporte femenino tenía gran importancia como lo demuestra el amplio mural de un partido hockey en la explanada próxima a la Residencia
 
 
El emblema de la Casa, la Cabeza del Atleta Sabio, era también una clara alegoría deportiva que conecta directamente con otro de los referentes de la Residencia, Grecia como cuna de la civilización occidental, en la línea de los grandes helenistas que en esa época recuperan algunos elementos de la tradición griega con fines educativos. El más destacado e influyente de estos helenistas fue Pierre de Coubertin, padre de los Juegos Olímpicos modernos.
 
La cabeza del atleta sabio es el símbolo de la Residencia de Estudiantes
 
El emblema de la casa, en palabras de la investigadora Carmen Sánchez refleja la fundamentación estética de su ideario. Se eligió el dibujo de una escultura clásica, sobria y sencilla, producto del arte de Atenas del primer clasicismo, la imagen de un joven atleta, tipo ideal de la belleza y de la nobleza física y moral.
 
La aspiración del proyecto de la Residencia de Estudiantes es el mismo que el de la Paideia de la Grecia clásica: La educación considerada como la formación de la personalidad humana mediante el consejo constante y la dirección intelectual y moral. La educación según este concepto no es una mera instrucción, sino que se esfuerza en la formación integral, en formar la personalidad humana en su totalidad. Ésta ha de ocuparse de múltiples aspectos tales como el comportamiento, la actitud, el conocimiento, el cuidado de la forma física, la higiene, el vestido y también el entorno en el que debía realizarse el proceso formativo. El deporte y las actividades al aire libre, el contacto con la naturaleza, desempeñaron un papel fundamental en la Paideia griega e igualmente en la Residencia de Estudiantes. El viejo instructor de Aquiles, Fénix recuerda el papel que juegan educadores y filósofos: “El joven héroe ha de ser formado para pronunciar frases y para realizar acciones”.
 
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