Cuando fuí invitado por una televisión a hablar sobre el pederasta de Ciudad Lineal, cuyo desarrollo delictivo había puesto en jaque a toda la policía de la ciudad en la que vivo, Madrid y fui requerido como experto criminólogo y abogado, pretendí que mi trabajo fuera de utilidad y no se limitara a parafrasear alguno de los comentarios que, generalmente periodistas, habían regado las páginas de periódicos en papel e internet.
Qué duda cabe que el trabajo como profesor de la Universidad tenía que demostrar que nuestro empeño era ayudar a comprender más del crimen, a saber más de él, a adelantarnos a lo que nos daban las fuentes que teníamos. Así que decidí adentrarme en eso que llaman los profesionales perfilación criminal. La clave de todo estaba en la conducta del criminal, cuya personalidad se puede deducir de las huellas y datos que deja en la escena del crimen.
Así y siguiendo las indicaciones del profesor Vicente Garrido, el más grande de los expertos en psicópatas de España, quién ya había hecho por primera vez, de forma oficial, el perfil de un asesino en serie en caza y captura, utilizando metodologías del FBI y de los británicos. El resultado fue inmejorable. Cabría aquí hacer un breve resumen del trabajo del profesor Garrido en aquel asunto: Los crímenes, ejecutados en Castellón, seis chicas jóvenes, habían sido realizados por un extraño, alguien ajeno a las chicas. Detrás no se encontraban los móviles de venganza, celos o dinero. Los investigadores tenían claro que el asesino mataba con el mismo modus operandi, dejando siempre la misma “firma”: mujeres desnudas estranguladas. Sin motivo aparente. Ante tal disyuntiva propusieron al juez del caso, José Luis Albiñana, que utilizara un perfilador, un profesional con contrastada experiencia en investigación de campo que fuera capaz de interpretar la conducta del asesino y pudiera sacar conclusiones en torno a la muerte del criminal a la que se estaban enfrentando. Es más, los investigadores entonces se hallaban en un momento crucial de su investigación, tenían dos sospechosos y debían optar por uno de ellos. Carlos Berbell, periodista especializado en psicópatas criminales define de forma magistral los principios de la perfilación y advierte que parten de unas bases muy simples.
De la misma forma que uno puede decir cómo es persona a partir de cómo tiene decorada y organizada su casa, también un perfilador o profiler como es conocido en el mundo anglosajón puede dibujar una composición personal y psicológica del agresor a partir de la conducta que se desprende de la escena del crimen, del análisis de la víctima y del resto de los datos recogidos por la policía. Así aquel trabajo de Garrido permitió centrarse, acertadamente, sobre uno de ellos: Joaquín Ferrándiz Ventura, Chimo, un agente de seguros de 35 años que había estado antes en la cárcel por un delito de violación. Tres meses después era detenido y un mes más tarde confesó el primero de sus cinco crímenes. Chimo Ferrándiz resultó ser un prolífico asesino en serie organizado y psicópata. El éxito de Garrido vino a avalar en España la eficacia de esta novedosa herramienta en casos de difícil resolución, como son los de asesinos en serie y violadores en serie, ahora pederastas en serie en los que no suele existir ningún vínculo entre criminal y víctima.
Debemos hacer también un poco de historia y hablar de cómo Gran Bretaña entró de manera muy similar a la de España en la técnica de perfilación criminal, catorce años antes, en 1985. David Canter era profesor de Psicología en la Universidad de Surrey, cuando recibió la visita de Scotland Yard, cuyos altos mandos ya tenián en cuenta que las policías estadounidenses estaban utilizados ideas aplicadas de la psicología para resolver casos de asesinos en serie cuyo autor era una sola persona. Canter cuenta en una entrevista “creo que los mandos de la policía querían saber si lo que estaba haciendo el FBI podría ser de utilidad en las investigaciones policiales”. El sujeto que andaban buscando había sido bautizado por la prensa popular como el “violador del ferrocarril”. Tenía aterrorizadas a las gentes del norte de Londres y de los condados adyacentes porque había violado y asesinado al menos a 7 jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y los 19 años y agredido sexualmente a 18 más. Atacaba siempre por la noche, en las estaciones de cercanías mientras las chicas esperaban al tren. Las asaltaba por sorpresa, las arrastraba a un lugar seguro, las violaba y luego las asesinaba estrángulándolas con un torniquete al estilo de los que se suelen utilizar para cortar la sangre en las extremidades tras sufrir un accidente.
Cuando Canter se puso a trabajar en Scotland Yard cundía el nerviosismo, el agresor acababa de realizar tres ataques violentos en el curso de una noche. La opinión pública les acusaba de inutilidad. Canter construyó un perfil del hombre y dedujo dónde vivía. Sus datos se introdujeron en una base de datos de Scotland Yard que, en muy poco tiempo, detuvo al sospechoso
Esta teoría nace como consecuencia de las investigaciones que realizó el Doctor en Psicología, David Canter, sobre el perfil criminal del «violador del ferrocarril» para Scotland Yard.
La experiencia que adquirió en dicho caso, le llevo a considerar la posibilidad de establecer unos patrones de búsqueda en la conducta criminal, y desde entonces hasta la actualidad, se encuentra dirigiendo el Centro de Psicología Investigadora en la Universidad de Liverpool, donde ha analizado más de 150 perfiles criminales.
Canter emplea un lenguaje diferente al del FBI, llamándolo «historia» o «narración», estableciendo la idea de que los agresores sistemáticos van contando una historia a través de sus hechos, formando con cada uno de sus crímenes un capítulo de esa historia que el psicólogo investigador tiene que interpretar para responder a las preguntas de qué es lo que le mueve a hacer dichos actos y qué pretende.
Por lo que la psicología investigadora, es el conjunto sistematizado de teorías, hipótesis, resultados de estudio y patrones de conducta de las características individuales de los delincuentes. Canter sostiene que un crimen es una transacción personal entre el asesino y su víctima dentro de un contexto social, siendo el papel del psicólogo investigador en determinar cuáles de los aspectos de la transacción se pueden vincular con otros aspectos de la vida presente o pasada criminal.
Canter establece cinco enfoques concretos basados en la psicología, sobre los que trabaja para hacer un perfil de los agresores:
- Coherencia interpersonal: Las hipótesis de que los delincuentes seleccionan a víctimas con características similares porque son significativas para ellos
- Importancia del tiempo y del lugar: señala cuando tiene tiempo libre el agresor, y puede dar pistas sobre el tipo de trabajo y dónde puede vivir, así como si está familiarizado con el lugar escogido.
- Características criminales: Se desarrollan subsistemas de clasificación de los grupos de agresores, definiendo sus características personales, lo cual será de utilidad para los investigadores del crimen.
- La carrera criminal: Valoración que se hacen en torno al agresor sobre los antecedentes delictivos y de qué tipo.
- Conciencia forense: El grado de conocimiento que tiene el criminal con las técnicas de investigación de la policía, pudiendo llegar a no dejar prueba alguna en la escena del crimen.
Debido a los estudios realizados, Canter cuenta casos de cómo los violadores obligaban a bañarse a las víctimas después de la violación, o cómo peinarse el vello público para no dejar ninguna prueba incriminatoria.
Implementó en sus investigaciones el uso de programas informáticos, introduciendo los datos más importantes obtenidos en la escena del crimen, con la finalidad de encontrar patrones comunes a todos los delitos desde la información estadística resultante.
Este sistema utilizado, se ha llamado inductivo, ya que se trata en la averiguación de los hechos, partiendo de la información obtenida con anterioridad, y en función de esos datos se empiezan a aplicar hipótesis caso a caso. Mientras que el FBI, así como el resto de prácticas policiales, se califican como deductivas, el investigador saca sus deducciones a partir de la escena del crimen. Ambos sistemas son muy parecidos, lo que ocurre es que uno hace mayor hincapié en sus estudios estadísticos y el otro se inspira en los datos destilados de sus entrevistas con criminales.
Aunque, la mayor aportación de Canter, es su teoría llamada “hipótesis del círculo”. Consiste en marcar sobre un mapa todos los crímenes cometidos por un asesino concreto. A continuación se toman como diámetro las dos escenas de crímenes que estén más alejadas la una de la otra. Después se dibuja un círculo en el que se incluyen todas las localizaciones mencionadas. La “hipótesis del círculo” dice que el asesino vive dentro de ese círculo, posiblemente cerca del centro, ya que de acuerdo con los datos obtenidos por Canter, el 80% de los violadores viven dentro de ese círculo.
A raíz de todo lo contado anteriormente, a modo de historia trazamos, siguiendo la hipótesis del círculo de David Canter y siguiendo las instrucciones del profesor Vicente Garrido el círculo dónde el pederasta de Ciudad Lineal operaba, tomamos como diámetro las dos escenas de crímenes que estén más alejadas la una de la otra. Dibujamos un círculo en el que incluimos todas las localizaciones y aplicamos la teoría del círculo de Canter. Apuntamos a la localización dónde podría vivir el pederasta.
Finalmente éste fue detenido escasos días después, confirmando que la teoría de Canter sigue estando viva y que resuelve de modo satisfactorio, una vez más, la localización para ayuda a los investigadores. Desde el mundo de la universidad nuestra labor está en desarrollar las teorías criminológicas para ayudar a la sociedad a protegerse del crímen, a conocer más del delincuente y a evitar, en la medida de lo posible, la reiteración criminal. No se trata de entrar en confrontación con la labor policial, se trata de cooperación en la aportación de soluciones.
Reconstrucción en el caso del pederasta de Ciudad Lineal
Una vez introducida toda la teoría anterior, en la siguiente imagen vamos a reflejar de una forma mucho más práctica el estudio realizado por David Canter:
Con círculos azules hemos marcado los lugares de actuación donde el pederasta raptaba a sus víctimas, recordemos que hay 5 puntos porque uno de ellos fue un intento fallido.
Con círculos rojos hemos marcado el lugar donde el pederasta dejaba a las menores una vez había abusado de ellas.
Pues bien, una vez tenemos marcados los puntos rojos y los puntos azules en el mapa, hay que realizar un círculo que recoja en su interior, todos los puntos de actuación del pederasta, esta área es la que David Canter nos dice que es el Área de actuación y en el presente caso lo hemos marcado con un círculo amarillo.
A continuación, marcamos con un círculo/elipse blanco, los puntos más cercanos de actuación, que normalmente, suele coincidir con el centro del círculo marcado como área de actuación. El espacio delimitado con el círculo/elipse en blanco, es la zona de confort, que suele coincidir con el lugar de residencia o trabajo del pederasta, es una zona en la cual nunca realizaría un hecho delictivo para no ser descubierto, pues en dicha zona hay más posibilidades, entre otras, de que se encuentre con personas conocidas.
La teoría de David Canter nos dice que, en la zona de confort se encuentra el domicilio del pederasta, y en este caso, marcamos con un círculo negro el domicilio del mismo, pudiendo comprobar que se cumple la teoría de David Canter en el presente caso.
No obstante, esta teoría es de gran ayuda a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, pues delimita mucho el perfil del sospechoso y facilita que los agentes actuantes en la operación, puedan concentrar sus esfuerzos en unos pocos sospechosos.
Fdo.: José María Garzón Flores.
Abogado, Criminólogo, Investigador Privado y Profesor del Departamento de Criminología y Seguridad de la Universidad Camilo José Cela