Artículo: Alejandra Artero
Video y Fotografías: Alberta Pérez
¨El dragón inmóvil en aguas profundas se convierte pronto en presa de los cangrejos¨. Como ya predijo un proverbio chino, en los tiempos que corren aquel que no expanda sus miras más allá de su zona de confort terminará por ser comido por aquellos que sí lo hacen.
Sobre esta base nacen los nuevos grados internacionales de la Universidad Camilo José Cela y los alumnos que hemos decidido embarcarnos uno de los primeros de estos grados que han puesto en marcha este septiembre, el Grado en Comunicación, hemos completado ya nuestra primera experiencia internacional.
Shanghái ha sido la primera conquista, y sin duda podemos decir que hemos superado la prueba. Lejos de casa, nos hemos sorprendido al darnos cuenta de que el contraste cultural que ya sabíamos que existía era mucho más grande de lo que nos hubiéramos imaginado nunca. Hemos echado de menos nuestra comida, nuestro clima (el agua no nos ha dado tregua durante doce días), nuestra gente, nuestro idioma, y en definitiva, todo lo que significa estar en un lugar conocido.
Sin embargo, todos nosotros nos hemos traído la maleta llena de lecciones, y de imágenes, sobre una tierra muy distinta a la nuestra. Hemos visto en primera persona todo el proceso de producción de un material como la seda, es más, algunos de nosotros incluso formando parte del mismo. Hemos descubierto que la compleja caligrafía del idioma es un resultado de los dibujos más simples que en otro tiempo se utilizaban para plasmar las palabras, y hemos quemado incienso en señal de ofrenda en los patios interiores de los templos de la Ciudad del Agua de Zhouzhuang.
La Universidad de Fundan se convirtió en el huésped perfecto, acogiendo un “custom programme” de la London School of Economics que combinaba los profesores de la institución inglesa con alumnos de esta casa, nosotros.
Durante una semana atendimos a ponentes del más alto nivel, expertos en el campo de la comunicación en una sociedad y régimen como el de China. Todos eran profesores universitarios y compartieron con nosotros sus experiencias y retos al intentar atraer a un público dentro del marco de una sociedad tan distinta y especial como es la suya.
El viajar no solo significa conocer un lugar nuevo. Supone conocer, o conocer más a fondo a aquel que te acompaña en la aventura. En este caso, después de seis meses compartiendo aulas, trabajo en equipo, aficiones y haciéndonos a la idea de que las veintidós personas sentadas en las clases seremos compañeros durante cuatro años nos enfrentamos al reto de los retos: doce horas de avión (y otras doce para regresar) más doce días de convivencia todos juntos. Ahora que ya hemos vuelto, no solo coincidimos en que todo ese tiempo se hizo mucho más llevadero de lo esperado, también estamos de acuerdo en que en el avión de ida se montaron veintidós conocidos, y en el de vuelta regresaron veintidós amigos que compartieron secretos, inquietudes, divertidas vivencias y se apoyaron y ayudaron en los momentos más complicados.
Así, consideramos justo decir, que en Shanghái empezó todo. Volvimos con ilusiones renovadas, inquietudes nuevas, ganas de contar y seguir aprendiendo, pero sobre todo, ganas de llegar a la siguiente parada. El curso que viene nos espera otro continente, otra aventura, todo un año por delante. Está en el horizonte: Boston (EEUU).