Soy Candela Campo Argaiz, alumna de 4º del doble grado de Educación Primaria y Psicología, y he realizado el voluntariado en el Programa Universitario en Competencias Sociolaborales 2024-25 durante los jueves del mes de febrero, en la Universidad Camilo José Cela. Comencé esta experiencia porque nunca había sido voluntaria y, como iba a empezar las prácticas en un colegio de Educación Especial, quería aprender a tratar de manera adecuada a personas con discapacidad intelectual, TEA, etc. A lo largo de mi carrera universitaria he aprendido mucho a nivel teórico, pero quería tener una experiencia práctica y real con personas de mi edad.
Las actividades que se realizaban formaban parte, en su gran mayoría, de la agenda que los alumnos seguían. Desde habilidades comunicativas hasta un itinerario personalizado de inserción. Además, se complementaban con tutorías media hora antes de comenzar con el horario habitual, en las que hablábamos sobre las formas de comportarse tanto en clase como en la universidad, cómo tratar a los compañeros, la manera en que nos expresamos, cómo nos sentamos o presentamos, y lo que esto dice de cada uno, entre otros aspectos. Durante las sesiones tuve la oportunidad de interactuar con todos los alumnos del grado, pudiendo, además, centrarme en momentos específicos con diferentes estudiantes. Con ellos, pude ayudarles a comunicarse de manera escrita y oral, darles estrategias para expresar sus sentimientos con libertad, explicarles de nuevo algunas tareas y ser un apoyo más en el aula. Tuve la suerte de aprender de ellos y con ellos, y de la tutora del aula, Margarita, con quien pude llevar algunas sesiones.

Durante el tiempo que estuve de voluntaria, aprendí infinidad de cosas, no solo sobre cómo llevar las interacciones con ellos y entre ellos, los tiempos a los que hay que ceñirse, las diferentes formas de hablar con cada uno dependiendo de su personalidad, el establecimiento de límites, la motivación para confiar en sus habilidades y en lo que saben hacer y disfrutan, sino también sobre la gran capacidad de los alumnos, su predisposición para hacer las tareas y lo mucho que se ayudan entre ellos.
Considero que aprendí más de lo que creo que llegué a transmitir, pero algo que caló en los alumnos durante mi tiempo allí, y que expliqué junto a la tutora, fue lo importante que es expresar lo que sentimos de manera asertiva, escuchando a los demás y pensando que lo que decimos siempre tiene una repercusión en ellos. Además, tuve varias conversaciones con algunos alumnos en las que les animaba a hablar de cómo se sentían, a comentarlo en casa y a pedir ayuda si seguían sintiéndose mal. El tema de establecer límites también fue uno de los más recurrentes, ya que es algo complicado; algunos alumnos buscaban pautas y formas de tener la confianza necesaria para marcarlos. Creo que, con lo que pude decirles, les ayudé de alguna manera, pero son las profesionales que llevan todo el curso con ellos quienes, sin duda, les han permitido aprender sobre lo mencionado de manera sistemática y mucho más individualizada.
Esta experiencia ha sido enriquecedora tanto a nivel personal como profesional, permitiéndome darme cuenta de que quiero dedicarme a trabajar en este ámbito en cuanto tenga la oportunidad. Me ha reafirmado en la importancia de la educación inclusiva y en el valor de la paciencia, la empatía y la escucha activa en el día a día con los alumnos. Además, he aprendido que cada pequeño gesto cuenta y que acompañar a alguien en su proceso de aprendizaje, brindándole apoyo y confianza, puede marcar una gran diferencia en su desarrollo. Me llevo de este voluntariado no solo conocimientos y herramientas para mi futuro profesional, sino también la satisfacción de haber formado parte, aunque sea por un tiempo breve, de un espacio donde el aprendizaje va más allá de lo académico y donde cada persona aporta algo único al grupo.
¡Espero poder participar de nuevo!
Candela Campo Argaiz
Alumna de 4º del doble grado de Educación Primaria y Psicología
Universidad Camilo José Cela
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