Alternativas al motor de combustión, por Víctor Manuel Rodríguez García (alumno del Grado en Transporte y Logística UCJC)
Es irrefutable que el cambio climático es el mayor problema que afronta el ser humano en este momento y que no existe tiempo de actuación. Según sostiene un grupo de investigadores en Nature sólo disponemos de tres años antes de que sea demasiado tarde. Esto junto al hecho de que, según los estudios más optimistas, a este ritmo el petróleo se acabará en cien años hace inevitable el desarrollo de un motor alternativo al de combustión, al menos como lo conocemos hoy en día. Existe una fuerte apuesta por el gas natural para que este sea el combustible alternativo al petróleo, lo que puede hacer pensar que hay intereses económicos para ello ya que con este sistema no se logra atajar el problema, pues, el gas natural, al igual que el petróleo, es un bien escaso y, además, el beneficio medioambiental no es suficiente y, incluso en algunos casos, es nulo o negativo si los comparamos con los actuales vehículos, tal y como sostienen el estudio realizado por Transport and Enviroment.
Llegados a este punto se preguntarán ¿Qué solución tenemos a este problema?
Dentro del transporte particular, la tendencia indica que el vehículo eléctrico es el futuro de este ámbito. A pesar de la no predisposición de las marcas tradicionales parece que el surgimiento de marcas como Tesla hace que, en un futuro, esperemos no muy lejano, estén obligadas a lanzar vehículos eléctricos si quieren competir en el nuevo mercado que les espera.
Pero ¿Y el transporte profesional?
En cuanto al transporte de viajeros existen casos que hacen pensar que el autobús eléctrico se impondrá, y antes de lo que pensamos. Hoy en día todo autobús clase I, al menos en el uso para el que fue concebido, podrían ser sustituido por autobuses eléctricos al igual que algunos autobuses clase II. Existen casos que lo prueban como es, por ejemplo, la ciudad de Shenzhen en China, que con casi 12 millones de habitantes tiene una flota de autobuses urbanos prácticamente integra de autobuses 100% eléctricos que se espera a final de año sea exclusivamente de este tipo, o sin irnos tan lejos, ciudades como Luxemburgo donde un gran porcentaje de los autobuses son eléctricos o híbridos.
En el transporte de mercancías de larga distancia es donde se encuentra el verdadero reto. En el transporte de distribución urbana es el único de este ámbito en el que hoy existen vehículos eléctricos factibles como puede ser la furgoneta eléctrica de Nissan que posiblemente hayan visto circular por alguna gran ciudad. En cuanto al transporte de mercancías de larga distancia, hoy en día existen varios desarrollos, pero los más destacados y evolucionados son los que están llevando a cabo Tesla y Nikola.
Tesla por su parte ha anunciado que presentará el próximo mes de noviembre una cabeza tractora 100% eléctrica que tendrá entre 300 y 500 kilómetros de autonomía y que incluirá el sistema de conducción autónoma que están desarrollando, lo cual aumentara enormemente la seguridad. Probablemente penséis que son pocos kilómetros, pero el 48% de los transportes que se realizan en la unión europea son de menos de 300 kilómetros, lo que daría más que suficiente para que se realizaran con una sola carga, y el resto se aprovecharían los tiempos de descanso por ley para cargarlo, lo que haría que estos kilómetros sean más que suficiente para poder llevar a cabo también cualquier servicio mayor de 300 kilómetros, solo será necesario planear la ruta de forma que el conductor vaya parando en puntos de carga rápida. En cuanto a Nikola no ha presentado una cabeza tractora 100% eléctrica, sino que ha presentado una cabeza híbrida con una mezcla de energía eléctrica e hidrógeno. Este camión, denominado Nikola One, tendrá unas especificaciones superiores a la competencia en Diesel, teniendo una autonomía de hasta 1800 kilómetros por tanque, una potencia de 1000 caballos o un peso de unos 1000 kilos menos que una Diesel. La gran desventaja de esta presentación es que no se hará efectiva hasta 2021.
Los actuales estudios sobre el impacto económico de la reconversión de la flota en vehículos eléctricos arrojan que este cambio conllevaría un ahorro de costes bastante importante si contamos con todos los factores influyentes. De entrada, el coste del vehículo seria ligeramente menor, y esto unido a una menor necesidad de mantenimiento, a un ahorro en combustible y a las ayudas estatales tanto a través de subvenciones como de reducción de impuestos conllevaría a un ahorro de hasta 40 céntimos de dólar estadounidense por kilómetro.
Normalmente se intenta desacreditar a los vehículos eléctricos a través de dos argumentos: en el proceso de producir energía expulsan a la atmosfera los mismos gases nocivos que un vehículo con motor de combustión y que las baterías al final de su vida útil contaminan. En el primer punto hay que admitir que la producción de energía a través de la quema de combustibles fósiles tiene un efecto negativo sobre la atmosfera, pero no hay que olvidar que esta no es la única manera que existe de producir energía y que en algunos países como Noruega es íntegramente de energías renovable. En España estamos rondando el 40% de consumo de energía renovable y se calcula que se expulsan 178 gramos de CO2 y 0.271 gramos de óxido de nitrógeno según WWF. Por lo tanto, la comparación de un coche Diesel y un coche eléctrico de similares características, que actualmente es en el único sector donde se tienen datos reales, arroja que el coche eléctrico tiene unas emisiones de unos 9,7 kilogramos menos que el Diesel y unas emisiones de óxido de nitrógeno de unos 23 gramos menos, es decir, una reducción de un 80% y un 87% respectivamente. En segundo lugar, las baterías al ser tan grandes en capacidad, una vez acabe su vida útil en el vehículo podrán ser reutilizadas para el almacenaje de energía tanto a nivel domestico como industrial, dependiendo la capacidad; pudiendo también extraer todo el litio que contienen para que su huella sea la menor posible.
En definitiva, el cambio de los motores de combustión es inevitable hacia un modelo como el eléctrico o el de hidrógeno. Este cambio no será el que solucione el cambio climático y la contaminación, pero será uno de esos pequeños pasos necesarios para que podamos seguir habitando este planeta.
Nota: este post se ha generado en el ámbito de la materia de Gestión Ambiental del Grado en Transporte y Logística (ver plan de estudios) de la Universidad Camilo José Cela (Marta Serrano Pérez y Tomás García Martín).
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