CONDUCCIÓN AUTÓNOMA: PREPARANDO LAS INFRAESTRUCTURAS PARA EL FUTURO

Recientemente, Londres ha anunciado su intención de prohibir la venta de vehículos de gasolina y diésel para 2040, lo que supondrá que en los próximos años será necesario adecuar las infraestructuras viarias a las necesidades del coche eléctrico y a los vehículos que operen con gas natural, tanto licuado como comprimido. En este sentido, las infraestructuras continúan siendo deficitarias y va a requerirse un gran esfuerzo para su actualización.

Unido a esto, no podemos olvidar la necesidad de coexistencia entre vehículos autónomos y convencionales que también se presentará de manera inminente, incluso antes que la de los vehículos con combustibles no convencionales. A este respecto, la Comisión Europea ya ha puesto en marcha varias partidas presupuestarias para el desarrollo de proyectos de I+D comprometidos con el transporte del futuro.

La mayor parte de iniciativas vinculadas con la conducción autónoma se centran en el desarrollo de sistemas controlados que comienzan a ser probados de manera puntual con la autorización de algunos países. Por ejemplo, Estados Unidos o Alemania. Las primeras experiencias son pruebas piloto en las que la conducción autónoma se realiza paso a paso. Es decir, inicialmente el vehículo va tripulado y sólo en determinados momentos se cede totalmente la autonomía al vehículo de manera temporal. Este es el caso de las experiencias llevadas a cabo en algunos estados de EEUU como California, Arizona o Nueva York, a los que se ha unido recientemente Alemania, mediante concesión administrativa a algunas marcas de vehículos a las que se autoriza a probar la conducción autónoma en carretera abierta.

El problema sin resolver aún es la gestión del tráfico mixto seguro. Los vehículos autónomos están identificados como una de las tecnologías que pueden cobrar gran importancia en la reducción de accidentes y mejorar la movilidad. Todo esto pasa por el grado de conectividad de los vehículos. Se trata de conectar el vehículo autónomo no solo con los demás vehículos, sino con las propias infraestructuras. El primer paso será la instalación obligatoria del sistema e-call, previsto para 2018, mediante todos los nuevos vehículos estarán conectados con el centro de gestión de emergencias, pero resulta fundamental seguir trabajando en la seguridad tanto de los vehículos como de la de sus ocupantes. Evidentemente, los avances de cara al futuro pasan por el desarrollo del IoT y de la capacidad de gestión de las redes de comunicación.

Sin embargo, las iniciativas de conducción autónoma deben extenderse no solo a los vehículos y sus ocupantes, sino también a la búsqueda de soluciones para diseñar elementos físicos y digitales de la infraestructura vial para conseguir un modelo de tráfico predecible y seguro de manera ininterrumpida. Además, este modelo debe ser suficientemente flexible para poder gestionar el periodo de transición de adaptación de los nuevos vehículos.

En España, las primeras pruebas para la adecuación de las infraestructuras se realizarán en AP-7, contemplando tres escenarios que permitan simular la seguridad, la asignación dinámica de carriles y la gestión de los cuellos de botella. En cuanto a los ensayos con vehículos autónomos, está previsto emplear algunos corredores en Galicia, País Vasco e, incluso algún nudo urbano en Madrid. Existen numerosas iniciativas como las de M2F, Sernauto, Autocits, Autopilot, Companion, Diveo, Pegasus o Abertis.

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